Toda la vida he sido bien activa físicamente pero este 2012 me fui por
la línea de no hacer mucho. Con todo el trabajo, mis compromisos académicos, lo
espiritual y la vida social y familiar dejé de tener una rutina de ejercicios. Al
haber sido una atleta de alto rendimiento (nadadora) en mis años de mayor
juventud me quería dar el lujo de tomarme unas vacaciones del cuerpo físico. La
verdad es que mi cuerpo comenzó a deteriorarse antes de lo que imaginé. Mi sistema cardiovascular sufrió. Me fatigaba
más que de costumbre en actividades que antes no me causaban fatiga. De vez en
cuando practiqué yoga y corrí bicicleta dos o tres días pero no fue suficiente
para mantener mi cuerpo en forma. Lo bueno de toda esta dejadez es que me
permitió hacer mi propio experimento. Vi cuanto tiempo podía mantenerme alejada
del ejercicio sin dejar que colapsara totalmente el cuerpo. Curiosamente, este
experimento me llevó a tener más consciencia de mi cuerpo. Me daba cuenta del
efecto que tenían varios alimentos en mi vitalidad. También, como una buena
cantidad de sueño ayudaba a mi rendimiento físico. Además, como el socializar, compartir con
amistades y familiares me ponía tan contenta que aumentaba mi vitalidad física.
Descubrí todas estas fuentes alternativas para mantener mi cuerpo saludable.
Por si acaso, también incluí la Vitamina C más frecuentemente para así evitar
que mi sistema inmune sufriera por la falta de ejercicio. Al final, me di
cuenta, que nada sustituía la actividad física…pero fue bueno experimentar.
Llegó el 2013 y dentro de las muchas resoluciones y compromisos
personales que realicé escogí nuevamente reconectar con la actividad física. La
verdad es que me hacía falta la dosis de adrenalina que el ejercicio me da. Científicos
han demostrado que cuando uno hace ejercicio cardiovascular o levanta pesas a
gran escala se produce mayor cantidad de endorfinas…las sustancias químicas que
el cuerpo produce y que nos proveen esa sensación de ricura y de felicidad.
Definitivamente, yo quiero sentirme bien. Quiero estar en forma. Y sobretodo
experimentar cada vez que pueda esa grata sensación de bienestar que provee el
hacer ejercicio. Inclusive, algunas investigaciones dicen que cuando uno hace
ejercicio físico más vital uno se siente y mayor concentración tiene para hacer
tareas de trabajo o estudios. Voy a emprender este experimento. Quiero ver el efecto que la actividad física
tiene en mí (ahora que he estado alejada de ella). Quiero crear más consciencia
del cuerpo y estar más presente. Ya les contaré como me va.