Hace poco estaba en un autobús en la ciudad de Miami de camino a la playa. Sorprendentemente, en la parte delantera había un asiento dedicado a la honorable Rosa Parks quien, en 1955, rehusó darle su asiento en la parte delantera de un autobús en Alabama a un hombre blanco. Éste fue uno de los actos más relevantes dentro de la revolución de derechos civiles y del movimiento anti segregación en los Estados Unidos.
Como imaginan como mujer negra me sentí súper agradecida con Rosa Parks. Gracias a ella me encontraba disfrutando el paseo en un autobús sin pensar en que alguien me iba a quitar mi lugar. Pero, irónicamente como dice Jung: “lo que fue maravilloso en la mañana será poco en la tarde, y lo que fue cierto en la mañana, será falso en la tarde.”
Luego de un día lleno de sol y arena, de regreso a la casa tomé otro autobús y aunque no estaba el asiento dedicado a Rosa Parks sentía que la energía estaba allí aun. Sin embargo, me llamó la atención que al lado mío habían dos mujeres hispanas con sus hijos. Estaban hablando acerca de la escuela de los niños. Aparentemente, no estaban muy contentas con la escuela y habían estado averiguando de otras escuelas cercanas. Una de ellas, dijo que había visto una que le había gustado mucho pero lo que le preocupaba era que había muchos… (con la mirada me señala a mi), o sea, evidentemente, lo que quiso decir es que habían muchos NEGROS… ¡Qué ironía! Hacia unas horas me había sentido totalmente aceptada y valorada y en ese momento me sentí … rechazada y totalmente humillada. Todo esto pasó en fracciones de segundos.
No puedo negar que su señalamiento e insinuación produjo mucho coraje en mí. Inclusive pensé en decirle algo en español porque seguro pensaba que yo no hablaba el idioma.
No podía creer que luego de una experiencia tan reveladora esa humillación acababa de ocurrir. Por suerte logré hacer un distanciamiento emocional y pude tomar varias respiraciones profundas y milagrosamente me calmé.
Cuando llegue a la casa reflexioné sobre lo que había sucedido. Nunca había experimentado un evento de racismo en mi vida (por lo menos que me acuerde). Esto me llevó a pensar en el “por que había experimentado algo así ahora?”.
Más que un evento cualquiera, esto se había convertido en una enseñanza de vida. Una enseñanza en la que debía decidir si me quedaba enganchada en la emocionalidad del asunto o si fluía con ella.
De un momento a otro me vino la contestación… quizás no me acepto totalmente como soy. Definitivamente, no puedo esperar que los demás me acepten enteramente como soy si yo no lo hago primero. Además, no importa cuántas personas luchen por darme un lugar haciendo actos de desobediencia civil, así como lo hizo Rosa Parks, si yo no me lo doy a mí misma.
Fue así que pude transmutar mi coraje por agradecimiento a estas mujeres hispanas quienes me sirvieron de espejo y me ayudaron a ver un aspecto de mí que se mantenía en la sombra y que posiblemente ha estado interfiriendo en muchas aspectos de mi vida.
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